“La película es un
catalizador donde cada uno ve su versión de la historia”
Texto: Daniela Pereyra. Fotos: Giuliana Trucco
Un cementerio, los mausoleos, los muros, la frialdad. Lo que
está dicho de una vez y para siempre. Nicolás Prividera recorre los pasillos
del cementerio de La Recoleta en su última película Tierra de los Padres. Allí
la palabra de los pioneros de estas tierras cobra vida en las voces de
escritores, cineastas, estudiantes, trabajadores. Los planos fijos se
contraponen al intercambio, las relaciones, y al diálogo entre frases eternas.
La película estrenada en Toronto fue recorriendo las salas de cine argentinas
durante 2012. En una conversación conjunta con su director, y el productor
Pablo Ratto desandamos el camino desde el inicio.
La Nave: ¿Cómo surge la idea de realizar Tierra de los
Padres y de convertirla en un ensayo cinematográfico?
Nicolás: Es un proceso largo donde van surgiendo distintas
cosas. Es una película que tuvo una gestación lenta, ya en “M” hay un segmento
hecho en la Recoleta y hay una serie de planos que se repiten, como una cita
propia. Ahí ya había pensado ese plano final de Tierra de los Padres de alguna
manera, un poco la película surge a partir de ese plano y de pensar para qué
película era. El cementerio es un lugar que siempre me interesó. Había que encontrar
una forma, sea un documental o no, porque cada película tiene una forma propia.
Sabía que la cuestión iba a estar enfocada en el enfrentamiento entre los
personajes, y que tenía que trabajar a partir de la idea de ese diálogo de
muertos, que es también un género literario que tiene distintas expresiones,
inclusive cinematográficas. El momento en que eso se terminó de amalgamar fue
con la crisis del campo, cuando empezaron a surgir esos discursos que parecían venir
del fondo de la historia, y que es el momento que funda el antikirchnerismo y
el kirchnerismo. Y me di cuenta que era una película que tenia que hacer. Me
pasó con “M” que es más sobre el presente, habla de cómo el pasado está
presente o de cómo el presente tiene que mirar siempre el pasada para pensarse,
para construirse, proponer. Esas discusiones pueden ser interesantes algunas
veces y otras veces muy fantasmáticas, si hacen avanzar o no, y en la película,
la idea es que estuvieran todas esas cosas.
La Nave: En “M”, se da cuenta del proceso de investigación, ¿cómo fue
ese proceso en Tierra?
Nicolás: En los dos casos, la forma se impone a partir del
material, del tema, de lo que querés hacer. Y las dos películas pertenecen al
género documental si uno tiene que definirlas, pero incorporan elementos que
son de ficción, hay una cuestión más híbrida en las dos. En una la
investigación tenía que estar en cámara porque está planteada así, todas las
respuestas que yo iba encontrando no se daban en abstracto, como en un documental
típico, clásico; sino que le estaban hablando a alguien que era el hijo de esa
persona que ellos conocían, asique tenían que ser parte de ese relato, que
además contaba la investigación misma porque
siempre supe que lo menos importante iba a ser la información que el
proceso mismo, y las dudas y los silencios, y todo eso tenía que ver con el
modo en que se iba dando la investigación. En Tierra de los Padres el concepto
es distinto, es en cierto modo una investigación sobre ese espacio, pero toma
la forma de lo que suele llamarse cine observacional, aunque no lo sea en
estado puro porque está mezclado con la puesta en escena de las lecturas, y lo
transforma en otra cosa, es un choque entre esos dos estilos. La idea era
mixturar las dos cosas y ver qué pasaba, porque esas lecturas tenían un sentido
dichas en ese lugar, y en contraposición con las otras y entre los lectores
mismos. Todo eso era una especie de experimento que se terminaba de dar en el
rodaje pero que estaba pensado desde la previa: cuáles eran los textos que iban
a ser leídos, quiénes eran los lectores, pensar cuáles iban a ser esos
ingredientes y después llevarlos ahí y ver qué pasaba al ponerlos en ese
contexto y último paso la edición en que uno termina de ver si el experimento
funcionó o no.
La Nave: ¿Cómo es la relación entre la elección del lugar, un
cementerio en el cual descansan los "padres de la nación”, y que los
textos sean leídos a cámara por gente "común", en vez de haber
elegido la voz en off, por ejemplo?
Nicolás: La
voz en off hubiera sido una abstracción cuando lo que se trataba era de
encarnar a esos muertos, de darles la palabra a través de los vivos, demostrar
que detrás de esa comunidad de los muertos está la comunidad de los que leen,
los que interpretan, los que en presente viven la historia argentina; las
lecturas siempre son en presente y el cine por definición filma el presente, no
se puede filmar el pasado. El tema en un documental es cómo se filma el pasado
y en este caso los textos son parte del pasado como esos muertos pero que a la
vez esos textos reverberan o dicen cosas que aun hoy nos siguen interpelando. Cada
lector se deja atravesar un poco por esas lecturas de un modo distinto, con
interés o desinterés, otros con bronca, otros con más pasión, son todos los
modos en que uno puede leer la historia. Y en ese sentido, la elección de los
lectores fue lo que más trabajo llevó y finalmente nos decantamos porque fueran
lo más heterogéneo posible, aunque después esa comunidad termina tomando
sentido, terminaron siendo lectores de mi generación en términos amplios, aunque
hay previos y posteriores, y también hay lectores más reconocibles, como cineastas
y escritores, porque me parecía que era una especie de guiño para quienes hacen
de esa tarea un ejercicio más cotidiano.
La Nave: En “M” hay un camino que lleva progresivamente a contar algo,
una parte de la historia que no se había contado, hay una especie de
descubrimiento, ¿creés que en Tierra se puede dar un proceso análogo, en el
sentido de traer al presente el pensamiento y la palabra de personalidades
importantes de la historia, que nos permitan comprender mejor el pasado y el
presente?
Nicolás: Yo creo que las dos películas dejan más preguntas que
respuestas, trasladan al espectador a que saque sus propias conclusiones. En
cada lectura se ve que la película es un catalizador donde cada uno ve su
versión de la historia, y por eso me interesaba que se escuchen sólo citas, y
es un recorte claramente personal. Se buscó una especie de coro de voces
argentinas, en el que cada uno puede hacer su propio recorrido. En las dos, si
bien son muy distintas, está esa especie de interpelación al espectador y de
pedido de toma de posición. Hay una lectura de la historia, mi propia lectura,
pero está abierta a esas voces, a ese punto de vista que esas voces generan y a
que el espectador en confrontación con esas voces se vea obligado a preguntarse
sobre su propia voz o su propia mirada.
La Nave: ¿Cuál es la potencialidad del documental
en la actualidad? ¿Creen que
debería existir un circuito de salas que pasen documental exclusivamente? ¿Cómo
se fomentaría de la mejor manera la difusión de la producción documental en el
país?
Pablo Ratto: Se puede ver desde dos puntos distintos. Una es
la proliferación a que ha habido auspiciada y ayudada por la línea de apoyo que
el INCAA tiene para los documentales, y eso ha generado una cantidad de
proyectos que antes eran independientes y otro esquema de producción, y eso
genera que aparezcan más proyectos, que terminan no siendo visibles. Se produce
mucho que no se ve porque no hay una posibilidad de mostrarlos o exponerlos,
que no es solo porque esos espacios estén abiertos o cerrados para el documental
sino porque se ha apostado a resolver la cuestión de la producción pero no
tanto de qué se hace con lo que se produce. Para mí no pasa porque haya nuevos
espacios, para mí tiene q haber nuevos espectadores
Nicolás: Aunque espacios no hay tantos, hace falta un canal
alternativo de exhibición, y que los espacios INCAA se dupliquen y mejoren,
hacen falta más espacios de exhibición, incluso, más mixto, y más privado. Sin
interés de un montón de gente por sostenerlos, esos espacios no existirían y
eso también genera un público.
Pablo: Y la permanencia de esos espacios.
Nicolás: Que existan esos espacios, y que haya gente
pensando qué se está haciendo y así crear un circuito donde se retroalimente la
existencia del espacio con la creación de un público, porque en estos momentos
hay una gran producción y uno esperaría que se genere un circuito virtuoso y
que las cosas mejoren en cada uno de los puntos. Lo del espacio va ligado a una
idea programadora.
Pablo: El punto no es solamente una pantalla. Cuando
recorrés el país con una película a través de los espacio INCAA, que es una de
las grandes posibilidades para que la película llegue a otros lugares, se nota
claramente la respuesta en el público, en aquellos espacios que tienen detrás a
alguien que los sostiene, alimenta, genera eventos. Lo que más se necesita son
espacios nuevos que tengan a alguien a cargo que se ocupe de que el espacio sea
interesante para el espectador.
Nicolás: Que haya gente que le interese el cine.
Pablo: También tenemos que aceptar que la exhibición no es
solamente la pantalla del cine, se han generado montones de otras pantallas
posibles, entonces se trata ir hacia la conquista de esas otras pantallas. El
público masivo consume cine, pero consume mucho más televisión e internet, y
cambiar el esquema de exhibir solo en el cine es también una de las formas de
ir más allá. Y no pensar solo en el esquema del estreno. La instancia de los
ciclos suelen ser mucho más productivos que un pase por una sala que no está
apoyada por un esquema de programación atrás. Entonces, por ahí hay todo un
recorrido posible en cineclubes, ciclos, en que la película termina encontrándose
con una cantidad de público que a la sala de estreno no fue. El estreno
comercial es un espacio que está cada vez más cerrado y si concentramos nuestra
energía solamente en esa apertura probablemente no sea una batalla que podamos
ganar pero si la otra, la de buscar espacios alternativos, esquemas
alternativos y apoyándose mucho en los ciclos, que son espacios sostenidos por
gente a la que le apasiona el cine, esos son los espacios que hay que
conquistar o reforzar. La gente que sigue yendo al cine a ver películas
nacionales cuando tiene la posibilidad de tener un contacto directo con los
involucrados, redobla la asistencia, porque a la gente que le gusta el
documental le gusta decir algo sobre eso.
La Nave: ¿Cuál es el
lugar del documental para pasar de la denuncia e intentar modificar una
situación?
Pablo: Se están generando muchas cosas, pero no hay una
escuela documental que haya surgido a la par de esa cantidad de producción,
pero yo no creo que esas obras estén dialogando entre sí o estén generando un
espacio para pensar en eso. Se han abierto muchas posibilidades para hacer
documentales y a la vez la deuda pendiente de todos los realizadores es con
todo eso generar un espacio de discusión que dé cuenta de qué historia estamos
contando, desde dónde la contamos y para qué la contamos. Para llegar al punto
en el que puedas hacer un intento de pequeña transformación debe tener un grado
de madurez lo que estés haciendo que logre pasar del relato del tema en sí. Del
documental de exposición de algo, yo quisiera lograr una transformación o una
interpelación al espectador que lo haga quedarse pensando en algo.