18 may 2015

Entrevista a Emiliano Romero


La imaginación en movimiento

Texto: Daniela Pereyra - Fotos: Giuliana Trucco



Llega a la pantalla grande la última realización del cineasta Emiliano Romero, un documental que recuerda vida y obra de Sarah Bianchi, gran titiritera argentina.

“Imaginá todas las cosas distintas que uno ha hecho en 60 años”, Sarah Bianchi mira a cámara, y con esa voz áspera y la mirada dulce invita a pensar en cada una de las palabras de esa frase. Imaginar, hacer distinto, vivir. Del otro lado de la cámara está Emiliano Romero, realizador del documental que trae el corazón de una de las titiriteras más importantes del país. Sarah fundó el Museo Argentino del Títere junto con su compañera, Mane Bernardo y desde ese escenario trabajaron y crearon. Esta película lleva su obra al primer plano, y a conocerla cuando cae el telón. Hablamos con el director, que luego del gran mundo subterráneo de “Topos” estrena con “Sarah” su primer largometraje documental.

-¿Cómo conociste a Sarah Bianchi y cómo surge la idea de hacer este documental?
 -Este es un proyecto de hace diez años. Yo no conocía a Sarah hasta tres meses antes de empezar a filmar, y mi viejo que es director de teatro fue quien me la presentó. En ese momento yo tenía 23 años, me junté con ella, fui al Museo del Títere, y me invitó a su casa, porque era como una amiga, no se creía la genia de los títeres, ni del arte. Era una mina que le encantaba juntarse con sus amigos a comer, estaba todo el tiempo con el pucho, y nos juntábamos y charlábamos de cine, y de las cosas que nos gustaban. Ella en ese momento tenía 87 años y tuvo muy buena onda conmigo y al conocerla dije que algo tenía que hacer, me quedó dando vueltas en la cabeza. En ese momento yo estaba viendo muchos documentales de Raymond Depardon, que es un documentalista de observación, estaba muy copado y Fernando Lockett, que un groso de la fotografía, hizo la foto. Ella estaba por empezar a ensayar su último espectáculo de títeres para adultos y le pregunté si podía seguirla unos días, y terminamos yendo todos los días durante cinco meses. Así le empezamos a encontrar la vuelta a filmar sin cortar, y cuando  terminaba el día anotábamos las cosas copadas que habían pasado, y eso nos sirvió un montón en el montaje. La película tiene secuencias de mucho suspenso, muy irrisorias, que fueron parte de la realidad, y ahí con la montajista Valeria Racioppi, metimos mano, elipsamos cosas a propósito para que sean más potentes, contrastamos, fuimos de un tiempo a otro. Y Sarah en cuanto la empezamos a seguir, empezó a abrirse y después ya éramos amigos. 

-¿Aceptó enseguida ser la protagonista de un documental?
 -Aceptó de una, y también nos echó algunas veces. Por ejemplo la seguimos hasta un locutorio y Fer se mete con ella en la cabina, y lo mira y le dice, ¡salí de acá! De todas formas, empezamos a filmarla, hicimos un primer corte que lo vimos con ella y se emocionó mucho. Entendió que había una búsqueda narrativa, y cuando falleció nos bajoneamos todos.

-¿Cómo fue el trabajo posterior, cuando te reencontraste con el material? ¿Cómo fue la reconstrucción?
 -Yo hice “Topos” y “No sólo en cines” que fue mucho laburo. Y diez años después dije tengo que terminar esto. Cuando retomamos nos pusimos con Valeria a ver lo que habíamos editado y empezamos a rehacer sobre esa base. Nos cayeron un montón de fichas en la reedición. Teníamos que hacer que la gente que vaya a ver la película sienta que estuvo con Sarah. Que sientan que eso era ella: todas las veces que se enojaba, cuando se nos escapaba, las veces que subía las escaleras a buscar un títere y te decía “lo encontré”. El trailer que armé pensé que era mejor mostrarla agarrando cosas, moviéndose, ella era así todo el tiempo, no se podía quedar quieta.

Y aquel titiritero/de voz aguardentosa/nos daba la función”reza el tango Marionetas, y como quien hace de una profesión su pasión, Sarah invitaba al teatro de títeres tanto a chicos como a grandes. Artista plástica nacida en 1922, le dio vida a su arte. Puso la imaginación en movimiento, caras y gestos.¿Qué es lo que ella hacía con los títeres, cómo se transmite eso en el documental?
 -Sarah tenía títeres desde el '44, y desde el momento en que los armaba, eran como hijos para ella. Para la obra “Y por qué no Bagdad Cafe?” desempolvó títeres que no usaba hacía un montón. Nos emocionábamos mucho, porque de repente venía con una caja y sacaba un títere y decía, “éste lo usé cuando nos quemaron el taller en el Cervantes, durante la dictadura, pero a diez los salvamos”. Hacían el ensayo, terminaban y era increíble, agarraba un títere, lo miraba y decía, “te voy a llevar a casa, te voy a arreglar, te voy a cuidar”, y se daba vuelta y decía, “en frente está la comisaría, no se que van a decir cuando pase con esto”. Tenía mucho humor y era una mina súper abierta, pasó toda su vida con su compañera y siempre peléandola. En los últimos años la reconocieron con el premio María Guerrero a la trayectoria, pero nunca la apoyaron. Lo que tiene el documental es que había muchas cosas para contar, pero ya hay un libro sobre Sarah, escrito por ella y Mane que habla de toda su historia, y entonces preferí hacer lo que no está en el libro, contar los detalles, cómo le hablaba al títere, cómo se enojaba, cómo se esforzaba. Tenía 90 años y ensayaba siete veces por semana.

-¿Qué posibilidades de crear y de volar te permitió este documental?
 -Nosotros empezamos con la montajista a armar núcleos en la edición en los que sabíamos que había una historia, lo que identificábamos como un mini cuento dentro del documental, no queríamos que sea descriptivo. También agarramos todo el inicio del espectáculo que fue lo primero que ensayaron, la primer comunicación que tuvieron entre la actriz, con ella, la directora, y el resto de los titiriteros; y era muy divertido porque la hicieron 1500 veces. Para mí, como director, los vuelos que tengo son siempre apoyados en cuentos, en líneas dramáticas.

Sarah contagiaba vida a cada una de sus creaciones. Emiliano lleva el cine como una parte suya y late con mas fuerza en cada proyección. Con “No sólo en cines”, configuró una red de exhibición y difusión del cine nacional. El movimiento invita y contagia, como cada paso de Sarah y sus personajes.

-Desde que conocí a Sarah, y vi como trabajaba, la energía que ponía y su manera de pensar, el hecho de ir con un objetivo contra distintas cosas y romper paredes, eso influyó mucho en mi vida. Yo cambié por conocerla y creo que ver el documental te cambia un poco, ver como alguien tan grande y con tanta trayectoria la peleaba siempre. Una película se hace con o sin apoyo y la vamos a pasar en los centros culturales, porque el éxito es pasarla bien. Que se vea de nuevo a Sarah, que todos la conozcan, y hacer que otros la pasen bien, ese es el éxito.



“Sarah” de Emiliano Romero se podrá ver el martes 19 de mayo dentro del ciclo “Superficies de Placer” organizado por La Nave de los Sueños en el Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, con entrada libre y gratuita.



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