La imaginación en movimiento
Texto: Daniela Pereyra - Fotos: Giuliana Trucco
Llega a la pantalla grande la última realización
del cineasta Emiliano Romero, un documental que recuerda vida y obra de Sarah
Bianchi, gran titiritera argentina.
“Imaginá
todas las cosas distintas que uno ha hecho en 60 años”, Sarah Bianchi mira a
cámara, y con esa voz áspera y la mirada dulce invita a pensar en cada una de
las palabras de esa frase. Imaginar, hacer distinto, vivir. Del otro lado de la
cámara está Emiliano Romero, realizador del documental que trae el corazón de
una de las titiriteras más importantes del país. Sarah fundó el Museo Argentino
del Títere junto con su compañera, Mane Bernardo y desde ese escenario
trabajaron y crearon. Esta película lleva su obra al primer plano, y a
conocerla cuando cae el telón. Hablamos con el director, que luego del gran
mundo subterráneo de “Topos” estrena con “Sarah” su primer largometraje
documental.
-¿Cómo
conociste a Sarah Bianchi y cómo surge la idea de hacer este documental?
-Este
es un proyecto de hace diez años. Yo no conocía a Sarah hasta tres meses antes
de empezar a filmar, y mi viejo que es director de teatro fue quien me la
presentó. En ese momento yo tenía 23 años, me junté con ella, fui al Museo del
Títere, y me invitó a su casa, porque era como una amiga, no se creía la genia
de los títeres, ni del arte. Era una mina que le encantaba juntarse con sus
amigos a comer, estaba todo el tiempo con el pucho, y nos juntábamos y
charlábamos de cine, y de las cosas que nos gustaban. Ella en ese momento tenía
87 años y tuvo muy buena onda conmigo y al conocerla dije que algo tenía que
hacer, me quedó dando vueltas en la cabeza. En ese momento yo estaba viendo
muchos documentales de Raymond Depardon, que es un documentalista de
observación, estaba muy copado y Fernando Lockett, que un groso de la
fotografía, hizo la foto. Ella estaba por empezar a ensayar su último
espectáculo de títeres para adultos y le pregunté si podía seguirla unos días,
y terminamos yendo todos los días durante cinco meses. Así le empezamos a encontrar
la vuelta a filmar sin cortar, y cuando
terminaba el día anotábamos las cosas copadas que habían pasado, y eso
nos sirvió un montón en el montaje. La película tiene secuencias de mucho
suspenso, muy irrisorias, que fueron parte de la realidad, y ahí con la
montajista Valeria Racioppi, metimos mano, elipsamos cosas a propósito para que
sean más potentes, contrastamos, fuimos de un tiempo a otro. Y Sarah en cuanto
la empezamos a seguir, empezó a abrirse y después ya éramos amigos.
-¿Aceptó
enseguida ser la protagonista de un documental?
-Aceptó
de una, y también nos echó algunas veces. Por ejemplo la seguimos hasta un
locutorio y Fer se mete con ella en la cabina, y lo mira y le dice, ¡salí de
acá! De todas formas, empezamos a filmarla, hicimos un primer corte que lo
vimos con ella y se emocionó mucho. Entendió que había una búsqueda narrativa,
y cuando falleció nos bajoneamos todos.
-¿Cómo
fue el trabajo posterior, cuando te reencontraste con el material? ¿Cómo fue la
reconstrucción?
-Yo
hice “Topos” y “No sólo en cines” que fue mucho laburo. Y diez años después
dije tengo que terminar esto. Cuando retomamos nos pusimos con Valeria a ver lo
que habíamos editado y empezamos a rehacer sobre esa base. Nos cayeron un
montón de fichas en la reedición. Teníamos que hacer que la gente que vaya a
ver la película sienta que estuvo con Sarah. Que sientan que eso era ella:
todas las veces que se enojaba, cuando se nos escapaba, las veces que subía las
escaleras a buscar un títere y te decía “lo encontré”. El trailer que armé
pensé que era mejor mostrarla agarrando cosas, moviéndose, ella era así todo el
tiempo, no se podía quedar quieta.
“Y aquel titiritero/de voz aguardentosa/nos daba
la función”reza el tango Marionetas, y como quien hace de una profesión su pasión,
Sarah invitaba al teatro de títeres tanto a chicos como a grandes. Artista
plástica nacida en 1922, le dio vida a su arte. Puso la imaginación en
movimiento, caras y gestos.¿Qué es lo que ella hacía con los títeres, cómo se
transmite eso en el documental?
-Sarah
tenía títeres desde el '44, y desde el momento en que los armaba, eran como
hijos para ella. Para la obra “Y por qué no Bagdad Cafe?” desempolvó títeres
que no usaba hacía un montón. Nos emocionábamos mucho, porque de repente venía
con una caja y sacaba un títere y decía, “éste lo usé cuando nos quemaron el
taller en el Cervantes, durante la dictadura, pero a diez los salvamos”. Hacían
el ensayo, terminaban y era increíble, agarraba un títere, lo miraba y decía,
“te voy a llevar a casa, te voy a arreglar, te voy a cuidar”, y se daba vuelta
y decía, “en frente está la comisaría, no se que van a decir cuando pase con
esto”. Tenía mucho humor y era una mina súper abierta, pasó toda su vida con su
compañera y siempre peléandola. En los últimos años la reconocieron con el
premio María Guerrero a la trayectoria, pero nunca la apoyaron. Lo que tiene el
documental es que había muchas cosas para contar, pero ya hay un libro sobre
Sarah, escrito por ella y Mane que habla de toda su historia, y entonces preferí
hacer lo que no está en el libro, contar los detalles, cómo le hablaba al
títere, cómo se enojaba, cómo se esforzaba. Tenía 90 años y ensayaba siete
veces por semana.
-¿Qué
posibilidades de crear y de volar te permitió este documental?
-Nosotros
empezamos con la montajista a armar núcleos en la edición en los que sabíamos
que había una historia, lo que identificábamos como un mini cuento dentro del
documental, no queríamos que sea descriptivo. También agarramos todo el inicio
del espectáculo que fue lo primero que ensayaron, la primer comunicación que
tuvieron entre la actriz, con ella, la directora, y el resto de los
titiriteros; y era muy divertido porque la hicieron 1500 veces. Para mí, como
director, los vuelos que tengo son siempre apoyados en cuentos, en líneas
dramáticas.
Sarah
contagiaba vida a cada una de sus creaciones. Emiliano lleva el cine como una
parte suya y late con mas fuerza en cada proyección. Con “No sólo en cines”,
configuró una red de exhibición y difusión del cine nacional. El movimiento
invita y contagia, como cada paso de Sarah y sus personajes.
-Desde
que conocí a Sarah, y vi como trabajaba, la energía que ponía y su manera de
pensar, el hecho de ir con un objetivo contra distintas cosas y romper paredes,
eso influyó mucho en mi vida. Yo cambié por conocerla y creo que ver el
documental te cambia un poco, ver como alguien tan grande y con tanta
trayectoria la peleaba siempre. Una película se hace con o sin apoyo y la vamos
a pasar en los centros culturales, porque el éxito es pasarla bien. Que se vea
de nuevo a Sarah, que todos la conozcan, y hacer que otros la pasen bien, ese
es el éxito.
“Sarah”
de Emiliano Romero se podrá ver el martes 19 de mayo dentro del ciclo
“Superficies de Placer” organizado por La Nave de los Sueños en el Auditorio Jorge Luis
Borges de la
Biblioteca Nacional , con entrada libre y gratuita.
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