Polaco, el profundo
cine de autor
La idiosincrasia del director de cine a través de su
filmografía y de sus palabras. El estilo del director argentino desarrollado en
ideas y reflexiones en primera persona.
-Entre crema y dulce
de leche, entre sonrisas, gente que tiene miedo y gente que no lo tiene. De
todo lo que podría ser esta nota y no lo es por ahora. Esta religión que es el
cine. Entre padres muertos y madres muertas. Hacia dónde vamos, qué decimos.
Jorge Polaco empieza a hablar lento, con una voz tenue. La
situación de entrevista lo pone en duda. Al artista que filmó su primera
película “Margotita” en 1983 le preguntamos sobre el hacer cinematográfico,
sobre la creencia en “esta religión” que se muestra en la pantalla grande:
-El cine hoy promete
ser, pero no es nada, por la falta de entidad que tiene. Esta falta de
identidad del cine es un fenómeno que se da en todo el mundo. Cuando empezó no era eso y a mí me resulta
muy doloroso encontrar cine sin entidad. No se puede hacer nada contra ese veneno,
la falsedad, o la cosa ya hecha, ya dibujada. No se puede hacer nada porque
habría que cambiar la vida de todos los cineastas. El cine es el lugar donde
convergen todas las artes, y las otras artes son incompletas, yo creo que el
cine no. Yo creo que pese a todo, hay que levantar la copa, y brindar por el
cine, después de haberlo castigado tanto, después de haber estrenado esas
películas terribles.
¿Cómo trabajás tus películas dentro de esa situación de no
entidad del cine?
-Es muy doloroso
también. Las causas son muchas y son ninguna. Qué hago yo, qué siento yo cuando
hago una película. En dos semanas voy a trabajar en la película El príncipe
azul y hoy no sé nada de esa película, no conozco ni a los actores y me asusta mucho.
Tiene diez largometrajes. Obras de teatro, escritas y
dirigidas. Y los temas que giran en torno a sus creaciones tienen que ver con lo
profundo del ser humano, el amor, la pasión, la vejez, la muerte. ¿Cómo
aparecen esos temas en la obra artística?
-Los temas de mis
películas son temas que nacen con la vida y luego con la muerte. Tiene que ver
con tu madre cuando te parió y todo lo que se da alrededor de tu vida. Un tema
que tiene que ver con la familia interior, es todo lo que le pasa a la familia
interiormente. Mis películas salen de las entrañas. Quintín dijo que no son
películas que estén hechas para juzgar. No son ni buenas ni malas. Uno no está
acostumbrado a ver ese tipo de historias, porque duele mucho, son muy
terribles.
¿Qué cosas te motivan al momento de hacer tus películas?
¿Cómo surge y se desarrolla la idea?
-Hay cosas que te
motivan, pero eso no es lo que queda. Lo que queda tenés que cuidarlo mucho.
Estoy mirando y veo que el zapato de ella se mueve, ¿que pasa? ¿No podrá salir
del fango? ¿Tendrá piso de nácar en la casa? ¿Cómo será esa chica? ¿Es una
chica o un chico? ¿Cómo será? ¿Se puede mover? ¿Tiene la misma enfermedad que
yo? ¿Qué pasa con esos zapatos? Muévanse por favor. No muéranse, muévanse.
Empezó su camino cinematográfico con Margotita, Diapasón y
las películas que se meten con el drama del ser humano. Kindergarten, la
historia de los lazos familiares entre la muerte y el amor no tuvo estreno
comercial. En casi treinta años de creación y otros de silencio, ¿qué cosas
cambiaron en su hacer?
-Hay un proceso donde
se da todo y no se da nada. Antes de hacer Diapasón había hecho Margotita y ahí
fui el hombre más feliz de la Tierra. Terminé la película y la llevé al cine
Lorca y les pedí que me la proyecten en 16 mm. Aceptaron hacer esa proyección y
se enamoraron de la película y me ayudaron mucho. Es imperdonable no continuar
con esa línea, entonces indagué mucho a la gente amiga y no amiga que me
expliquen qué pasaba que yo no podía continuar con Diapasón. Con el tiempo me
di cuenta que la primera vez no se repite más, eso pasa con todos los
cineastas, lo que pasa es que la mayoría no lo quieren aceptar, es una negación
total de una realidad muy triste. Con Margotita tuve en los primeros tres meses
16 premios muy importantes, la actriz
saca el premio a la mejor humanidad, y yo soy considerado un monstruo. Yo no estaba
acostumbrado y tampoco quise acostumbrarme a un facilismo como un premio. Nunca
fui facilista y no sé si lo seré o no, creo que lo esencial de la personalidad
no pasa por ahí. Los premios yo los detesté, y los sigo detestando. Siempre
recuerdo a Nietzche cuando decía que cuando uno no tiene un premio es algo que
le falta, cuando uno lo tiene, le parece que es poco y cuando uno lo pierde,
desespera.
La belleza vista desde otro aspecto. Lo feo, lo doloroso, la
decadencia, lo complejo de las personas aparece en cada una de sus obras. ¿A
qué atribuye el reconocimiento que tiene en todo el mundo, al mismo tiempo que
se da la dificultad para estrenar sus películas en el país?
-Son películas
difíciles, que hablan de nosotros exclusivamente, se ocupan del ser humano, del
carenciado, del triste, del que no tiene nada y te culpabilizan. Hacen
evidentes todas esas cosas que uno tiene y que no quiere oír ni soñarlas, esas
cosas que uno odia, esa fealdad de la vida. Además hablan de un estilo
reconocible, y a nadie le gusta pertenecer al género basura. Si habría que
darle un nombre a mis películas, en donde yacen, en donde mueren, en donde
renacen, es un estilo basura, y es muy difícil aceptar que uno pertenece a ese
estilo. Yo llevo mis películas a todos los festivales del mundo, van caminando
conmigo y la gente me recuerda, porque recuerda esas películas, no las pueden
olvidar porque duelen como el cuerpo, son llagas que duelen. Yo en esas películas manifiesto lo que
pienso, el precio es alto. Es muy
difícil estrenar una película de ese tipo.
El año pasado “Arroz con leche”, la última obra de Polaco,
se proyectó en el Festival Internacional de Cine Independiente de la ciudad de
Buenos Aires (BAFICI). Este año se va proyectar en la Biblioteca Nacional y
todavía espera el estreno oficial. Otra historia del estilo Polaco. El cine de
autor se manifiesta una vez más, con historias profundas, con la presencia de
Isabel Sarli, y con los recursos que caracterizan su obra, como la música
lírica.
-La música lírica le
agrega ese lirismo que falta en la película, porque cuenta historias muy
cortitas. Cuenta sin psicologismo, sobre todo tragedias, y lo cuenta con pocas
frases y me parece que eso es fundamental para el cine. El cine no aplaude las
historias chiquitas, generalmente es ampuloso. En Diapasón al comienzo se
escucha la ópera Fausto y se escucha Carmen más adelante.
¿Cuáles son los próximos proyectos?
-Cuando termine el
proyecto de El príncipe azul voy a retomar el de Carmen, ya tengo el guión. Y
no sé si va a quedar la versión que estoy trabajando porque yo no respeto mucho
los libros cinematográficos, no creo que haya que justificar los proyectos de
ese tipo, creo que están ahí esperando que los conmuevan.
Jorge Polaco toca las entrañas con esos temas que conmueven
y muestra lo más íntimo de los personajes. Dudoso al principio, para afirmarse
después en su arte, de contar, de crear desde el dolor, desde la complejidad,
desde la entidad de las personas y el cine.
Texto y fotos: José Ludovico, Daniela
Pereyra y Giuliana Trucco
Muchas gracias por esta bella entrevista a uno de mis artistas predilectos.
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